¡A shingao! ¿Y quién carambas fue el iluminado que se atrevió a decir que yo soy media naranja de alguien? No, no, no,, a mí no me vengan con esas jaladas. Yo no ando por la vida esperando que me expriman, ni que me hagan juguito pa’l desayuno. ¡Yo soy una naranja entera! Y no solo eso, soy una canasta completa de frutas exóticas, jajajaaja ya pasadita de madura pero exótica .
Porque, ¿qué creen? Yo solterita ando bien feliz, sin nadie que me dé dolores de cabeza, sin andar recogiendo calzones ajenos ni peleándome por el control de la tele. Duermo a mis horas, como lo que quiero y si se me antoja abrir una botella de vino a media tarde, ¿Quién me lo impide? ¡Nadie!
Así que no me salgan con que “tienes que encontrar tu otra mitad”. ¿Mitad de qué, oiga? ¿De tamal? ¿De aguacate? No, señor, yo ya estoy bien completa, y el que quiera compartir mi vida, que se ajuste a mi felicidad, no al revés. ¡A la fregada con los cuentos románticos!
Yo respeto y hasta aplaudo a quienes tienen su pareja, de veras, mis respetos, qué aguante, qué paciencia y qué vocación de servicio. Me da gusto verlos ahí, bien juntitos, compartiendo su vida, su cama y hasta su contraseña del Facebook. ¡Qué bonito! Pero yo… ¡yo salgo huyendo!
Porque una cosa es el amor y otra muy distinta es la penitencia. ¿Y pa’ qué me meto en camisa de once varas? Si yo solita duermo a mis anchas, ronco sin que me juzguen y nadie me dice que tengo que compartir mi postre. ¡Bendita libertad!
Miren, yo no nací para pedir permisos ni para discutir por tonterías. Si quiero cambiar los muebles de lugar a las tres de la mañana, lo hago. Si quiero ver mi novela en paz, la veo. Y si quiero irme de viaje sin avisarle a nadie, pues agarro mis chivas y me largo. ¡Ah, qué sabroso es vivir sin rendir cuentas!
Así que sí, felicidades a los enamorados, qué lindo su amor y qué bonito su compromiso… pero si a mí me quieren casar, me van a tener que perseguir, ¡y a ver si me alcanzan!
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