Las personas sensibles siempre tienen el corazón al revés, el alma al revés...
Una lágrima lista para caer, una sonrisa en los labios lista para explotar.
Viven en un equilibrio entre las alegrías y los dolores de la vida. No son perfectas, al contrario. A veces incluso se autodestruyen porque respiran a través del pecho, nunca a través de sus pulmones...
Las personas sensibles pueden sonreír por poco y llorar por nada. Saben detenerse y preguntarse frente a un arco iris, sonreír a un gato, mirar el mar y saborear en él la paz y el tormento infinito.
Saben cómo convertir arena en polvo de estrellas, iluminar un sueño en la oscuridad... Saben ver más allá de la apariencia, más que una sonrisa, más que una lágrima. Más allá de la ira, más allá del dolor porque viven desde el corazón.
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