Se acostumbró
a ocupar toda la cama al dormir,
a no cocinar los domingos
y a volver a la hora que le dé la gana.
Se acostumbró
a no dar explicaciones
y hacer lo que le gusta
sin que nadie la critique.
Se acostumbró
a comer a la media noche
y a ver sus programas favoritos,
a cantar en voz alta
y bailar por toda la casa
Sin que nadie la tache de loca.
Se acostumbró
a recibir llamadas
y contestar mensajes hasta muy tarde,
a salir con amigos
y viajar cada vez que se le pegue en gana.
Se acostumbró
al olor del pastel por las mañanas
y a caminar descalza por la casa,
a tardar cuando le toca arreglarse
y a cancelar citas a último momento
sólo porque no tiene ganas de salir
Se acostumbró
a ella,
a sus cosas,
a su vida,
a estar sola
a permanecer en silencio…
Se acostumbró a no esperar nada de nadie
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