toma el camino...

¿Adónde vas?
con tu cara triste de tanto andar.
¿A dónde?
con tus pies en marcha marcando el compás.
¿A dónde se dirigen tus tensos músculos?
intentando seguir por la misma calle,
la misma vereda,
casi con miedo de plantar el pié en otro lugar
que no sea el indicado. 
Para. 
Respirá. 
Pará. 
Mirá el sendero repleto de pisadas. 
Son pasadas las pisadas. 
Son pisadas que ya no dicen nada. 
Son de otros. 
Son de aquellos que buscaron un lugar. 
Son de muertos que cansados de marchar,
confundieron el camino por volverlo a transitar
una
y otra
y otra vez.
Para. 
Descansa. 
Sacate los zapatos. 
Esos, 
que funcionan en automático.
Esos, 
que ya se conocen el sendero de memoria. 
Sacatelos sin miedo, 
sin creencias impuestas, 
sin dudar. 
Y ponete a andar. 
Esta vez sin mente. 
Sin culpa. 
Esta vez sin miedo.
Sin rencor
y sin remordimiento. 
Ponete a andar
sin zapatos que marquen tu pisar
y tomá el camino de la derecha. 
O ese de la izquierda. 
Tomá el camino que tus pies no predicen. 
Ese, 
que no te conoce. 
Toma el camino que más te llame,
el que más te tiente. 
El de árboles con simiente. 
El de los pájaros carpintero. 
El de los aloe y los colibrí. 
Ese que no tiene pisadas conocidas. 
Esta vez arriesgate. 
Salí de tu círculo,
de tu cubículo de vida. 
Da un paso adelante
y lánzate con convicción
con determinación
con coraje
con fuerza
con misterio.
Toma ese camino que sale allá,
o el de más acá. 
Toma el camino
que para vos,
tenga corazón. 
Paula Herchcovich