Muchos aseguran que no camina, que se desliza, que sus plantas nunca
pisan el suelo, pero nadie lo ha comprobado, lo que sí es cierto es que se
escucha apenas su andar.
De cualquier manera, su paso es apenas un susurro, una leve
insinuación de su presencia, un anticipo, un atisbo, una señal.
La mujer mariposa nunca provoca alboroto, nunca tiene prisa por que se
ha olvidado de lo inútil del reloj, pero siempre llega a tiempo, siempre está
presente.
Los pasos de la mujer mariposa tienen un ritmo fascinante que se
asemeja a una sinfonía o mejor a un soneto, aunque hay quien dice que es casi
un bolero, y a veces también un tango, cadencioso y sensual que te transporta a
mundos fascinantes de magia y de ternuras con cada respirar.
Los pasos de la mujer mariposa son una esperanza consumada, una
oración respondida, una respuesta perfecta ante todas las preguntas que uno se
hace o que se hará.
Los pasos de la mujer mariposa carecen de toda urgencia, por eso la
siguen a todos lados los perros del vecindario y los gatos y hasta el viento
que se enreda en su cabello celebrando su paso y su andar.
Cuando la mujer mariposa pasa, nunca deja de pasar, se queda. Y sus
pasos son pequeños homenajes a su existencia y su maravilla.
La mujer mariposa cuando pasa, pasa como un soplo de frescura y
renueva las sonrisas, los vecinos agradecen, las vecinas envidian, los pequeños
aplauden y los naranjos florecen, por eso todos están al pendiente de que
aparezca en el cercano o lejano horizonte, por que siempre logra con su paso
que pasen cosas y que sigan pasando sin apenas darnos cuenta del origen del
milagro.
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