Me di cuenta que era bruja cuando empecé a saber sin preguntar.
Cuando los gestos y miradas
me dijeron más que mil palabras.
Cuando los pájaros comenzaron a hablarme al alba
y a prometerme otro día de vida.
Me di cuenta que era bruja
cuando tranquilicé a aquella moribunda
en el hospital
y se durmió después de un desesperado llanto,
tranquila y en paz.
Me di cuenta que era bruja
cuando logré transmutar mi odio en compasión
cuando vi al otro como a mí mismo
Cuando me di cuenta que
lo que me pasa adentro
es lo que pasa afuera
y que si lo transformo
transformo también el cosmos.
Me di cuenta que era bruja
cuando percibí que las medicinas
calman el dolor
pero que también lo hacen
las miradas y los tonos de voz.
Que la gente a veces no sabe pedir
e intercambia rabias y gritos
por caricias.
Me di cuenta que era bruja
cuando dejé de pensar
y comencé a ver.
Cuando dejé de pensar
y empecé a dar
sin esperar nada a cambio.
Me di cuenta que era bruja
cuando la intención se transformó en acción
y ya no me importó el qué dirán
o si me sale bien
o si me sale mal.
Me di cuenta que era bruja
cuando empecé a entretejer mis sueños
en forma de atrapasueños
y les di color y forma
y después,
en vivo y en directo,
se hicieron carne en mi despertar.
Me di cuenta que era bruja
cuando vi
que no sólo es larga mi nariz
sino que también me sirve
para oler temores y amores
para conocer almas e intenciones...
Y si es mucho lo que aquí argumento,
Sólo me quedo con el comienzo.
que después de todo,
no es puro cuento.
Me di cuenta
que soy bruja...
Paula Herchcovich
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