Aquella mujer que conocí era una verdadera sabia.....
ella había logrado la mayor maestría que pueda existir.
Ella había dominado el arte sagrado y ancestral .
Ella podía hacer lo que casi nadie hoy en día hace,
ella era consciente de su poder,
el brillo en sus ojos lo confirmaba,
tanto como la paz que me transmitía.
Lo que ella había aprendido a hacer
no estaba al alcance de cualquier mortal,
ella tenia el poder de mirar y VER,
de oír y ESCUCHAR
y de hablar y DECIR.
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