Cuenta esta leyenda que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que
les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido,
que muy asustado veía como toda la gente entraba, lloraba y estaba triste
porque Jesús había muerto.
El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron
la piedra que cerraba la entrada y lo veía preguntándose quién sería ese Señor
a quien querían tanto todas las personas.
Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una
noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló
las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba
la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!
El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió quetenía
que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que
estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se
le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de
vida y alegría y así lo hizo.
Desde entonces, cuenta la leyenda, que el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordarle
al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario