Un anciano solía permanecer sentado inmóvil durante horas frente al templo.
Un día el sacerdote le preguntó de qué le hablaba Dios.
-Dios no habla, solo escucha (fue la respuesta del anciano)
-Bien...dijo el sacerdote - y de qué le habla usted a Dios?
-Yo tampoco hablo, solo escucho.
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