En
las cercanías de Xigazê, un monje se despedía de su discípulo.
Tras
haber aprendido muchos años con él, el joven comenzaría a recorrer su propio
camino.
Antes
de partir, el muchacho preguntó:
-
Maestro, en el mundo hay tantos caminos... cuando me encuentre sólo, ¿Cómo
sabré cuál elegir?
El
anciano sabio le respondió con una tierna sonrisa:
-
Recuerda todo lo que has aprendido durante estos años y no olvides mirar cuando
pongan piedras a tu paso. porque
esa es la señal de que vas por el camino correcto.
Más
si un día ves sólo piedras y no percibes el sendero... con verdadero ejemplo de
amor y paciencia, comienza
a quitarlas una por una...y allí lo verás.
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