Había una
vez una anciana que lloraba en los días lluviosos y en los días soleados. La
gente la llamaba “la llorona”.
Un día un
maestro de Zen le pregunto:
“Señora,
¿por qué llora todos los días?”
Ella
contesto: “Tengo dos hijas. La mayor está casada con un hombre que vende
zapatos y el marido de la más joven vende paraguas.
Cuando el
clima es bueno, pienso en mi hija menor que no podrá vender ningún paraguas.
En los
días lluviosos me preocupo por mi otra hija que no tendrá clientes para
venderles zapatos. Por eso me siento triste todos los días”.
Habiendo
oído su explicación, el maestro de Zen le aconsejo con misericordia:
“Déjeme
enseñarle un método que la hará feliz todos los días. Cuando haya un día
soleado, piense en su hija mayor porque venderá bien los zapatos.
En los
días lluviosos, piense en su hija menor porque tendrá muchos clientes para
venderles paraguas.
Por eso,
llueva o salga el sol, estará siempre feliz”
La anciana
llorona escucho su consejo y se sintió como si hubiera despertado de un sueño.
Ella dijo:
“Tiene razón ¿Por qué no había pensado entes en eso?”
Desde ese
momento la anciana dejo de llorar.
A cambio, en los días soleados y lluviosos siempre mostraba una sonrisa
de felicidad.
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