El discípulo fue a visitar al maestro en el lecho de
muerte.-
Déjame en herencia un poco de tu sabiduría —le pidió. El
sabio abrió la boca y pidió al joven que se la mirara por dentro -
¿Tengo lengua? -
Seguro —respondió el discípulo. -
¿Y los dientes, tengo aún dientes? -
No —replicó el discípulo—. No veo los dientes. -
¿Y sabes por qué la lengua dura más que los dientes? Porque es flexible. Los dientes, en cambio, se caen antes porque son duros e inflexibles. Así que acabas de aprender lo único que vale la pena aprender: Si eres flexible, te mantendrás recto.
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