Un día un pequeño niño vio a un adulto llorando frente a un lago. El adulto había tenido una perdida reciente y lo embargaba la tristeza. El pequeño, en silencio, se sentó a su lado.
La madre al verlo con un extraño, llamándolo le preguntó: ¿Que hacías allí sentado junto a ese hombre?
El niño dulcemente le contestó: Mamá...
solo lo ayudaba a llorar.
La madre al verlo con un extraño, llamándolo le preguntó: ¿Que hacías allí sentado junto a ese hombre?
El niño dulcemente le contestó: Mamá...
solo lo ayudaba a llorar.
Para reír siempre hay con quien,
pero y para llorar...
¿tendremos siquiera una compañía silenciosa?
pero y para llorar...
¿tendremos siquiera una compañía silenciosa?
Hermoso, senti un puñetazo con guante blanco, al crecer olvidamos lo importante y valioso por andar corriendo tras lo urgente o banal.
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