Un viejo indio de la tribu Lakota (del Sudoeste americano) subió con ofrendas hasta la cima de una
montaña para tener una visión. El Gran Espíritu mágico, Iktohmi, apareció en la forma de una araña y se comunicó con el
anciano en lenguaje sagrado. Iktohmi, la araña, tomó de las manos del indio un aro de liana y comenzó a tejer una tela
con las ofrendas por él recibidas – plumas, crines de caballo y semillas.
Mientras tejía, el espíritu habló sobre los ciclos de la vida, desde el
nacimiento hasta la muerte y sobre las fuerzas que actúan sobre nosotros en
cada una de estas fases.
Iktohmi dijo: “Si tu escuchas las fuerzas positivas, ellas te
guiarán en la dirección correcta y traerán la armonía de la naturaleza. De lo
contrario te llevarán a la dirección errada causándote dolor e infortunio.”
Cuando terminó el espíritu mágico devolvió al anciano el aro de liana con una tela en el centro y le dijo:
“En el centro está la tela que representa el ciclo de
la vida. Utilízala para ayudar a tu pueblo a alcanzar sus objetivos, haciendo
buen uso de sus ideas sus sueños y sus visiones. Si tu crees en el Gran
Espíritu, la tela filtrará tus sueños y tus visiones, ellos vienes de un lugar
llamado Espíritu del Mundo, que ocupa el aire de la noche, con los sueños
positivos y negativos. La tela, cuando está colgada, se mueve libremente y
consigue atrapar los sueños cuando aun están en el aire. Los sueños positivos saben el camino y se deslizan
suavemente por las plumas hasta alcanzar a quién está durmiendo. En cambio los
sueños negativos quedan presos en el círculo central hasta que nace el sol,
momento en el que mueren con la primera luz del día.
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