El rabino Zuya tenía tanta fe que se propuso conocer los misterios divinos.
Para ello, decidió imitar la vida de Moisés.
Durante años, intentó comportarse como el profeta, sin conseguir los resultados esperados.
Durante años, intentó comportarse como el profeta, sin conseguir los resultados esperados.
Una noche, agotado tras mucho estudiar, cayó rendido en sueños.
En sus sueños, Dios se le aparecía:
-¿Por qué estás tan perturbado, hijo mío? –preguntó.
-Mis días en la Tierra terminarán
En sus sueños, Dios se le aparecía:
-¿Por qué estás tan perturbado, hijo mío? –preguntó.
-Mis días en la Tierra terminarán
y estoy lejos de llegar a ser como Moisés –respondió Zuya-.
He luchado con todas mis fuerzas, sin resultado alguno.
-Si Yo necesitara de otro Moisés, ya lo habría creado –dijo Dios-.
-Si Yo necesitara de otro Moisés, ya lo habría creado –dijo Dios-.
Cuando te presentes delante de Mí para el Juicio Final,
no te preguntaré por qué no fuiste como Moisés,
sino quién fuiste tú.
Intenta ser un buen Zuya.
Estoy segura que cuando nos llegue el momento
nos preguntaran o habremos de preguntarnos dos cosas:
¿Fuiste feliz?
¿Hiciste feliz a los que te rodearon?
Vale la pena entonces preguntarnos:
¿Qué iremos a contestar al respecto?
Estoy segura que cuando nos llegue el momento
nos preguntaran o habremos de preguntarnos dos cosas:
¿Fuiste feliz?
¿Hiciste feliz a los que te rodearon?
Vale la pena entonces preguntarnos:
¿Qué iremos a contestar al respecto?
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