El Blog de la Bruja
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domingo, 24 de junio de 2018
domingo, 17 de junio de 2018
mujer fuerte
Cuando te ven una mujer fuerte piensan que no tienes necesidad de nada ni de nadie, que puedes soportarlo todo, que pase lo que pase, lo superarás, que no te importa ser escuchada, cuidada o mimada.
Cuando te ven una mujer fuerte te buscan sólo para que les ayudes a llevar sus cruces. Te hablan pensando que tú no necesitas ser escuchada.
A una mujer fuerte no se le pregunta si está cansada, si está sufriendo o cayendo, si tiene ansiedad o miedo, lo importante es que ella siempre esté allí: un faro en la niebla o una roca en medio del mar.
A la mujer fuerte no se le perdona nada. Si pierde el control se convierte en débil, si pierde los estribos se transforma en histérica.
Cuando la mujer fuerte falta un minuto se nota enseguida, pero cuando está se da por hecho su presencia.
Pero la fuerza que se necesita cada día, para ser ese tipo de mujer, no le importa a nadie.
Honra, reconoce, respeta y agradece a las mujeres fuertes que hay en tu vida, porque ellas también necesitan ser contenidas, queridas y sentir que pueden descansar en ti.
Texto: Jallalla Ubuntu
miércoles, 13 de junio de 2018
martes, 12 de junio de 2018
lunes, 11 de junio de 2018
domingo, 10 de junio de 2018
al país que le caiga el guante....
Entre tristezas y alegrías, esperanzas, sueños e ilusiones; una voz llena de espejismo, inocencia y fortaleza, retumba desde lo más adentro de la tierra. Ella es Marze Rodriguez, una mujer provinciana, de origen humilde, nacida en Pacho Cundinamarca Colombia; amante de la música desde pequeña, quien hoy muestra todo ese talento que emana de su voz.
jueves, 7 de junio de 2018
miércoles, 6 de junio de 2018
pregunta para perspicaces
¿Y qué culpa tiene
la gota que llenó el vaso
si fueron otras las que, poco a poco,
lo fueron llenando?
Los amorosos - Jaime Sabines
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
martes, 5 de junio de 2018
Vive para servir
Dios o como quieras llamarlo no te preguntará al final de tus días cuanto tuviste, cuanto compraste ni que tanto atesoraste.
Dios te preguntará solamente dos cosas:
¿Fuiste feliz?
¿Hiciste felices a los demás?
pura fantasía
ALGUIEN ME DIJO QUE
VIVO EN UN MUNDO DE FANTASÍA
Y CASI ME CAIGO DEL DRAGÓN...
SEGURAMENTE TIENE TODA LA RAZÓN
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